viernes, 2 de abril de 2010

Comunicado de la Juventud Socialista en conmemoración al 2 de abril


Gloria y Honor a los Combatientes

“Si quieren venir que vengan, les daremos batalla”, dijo el cobarde y asesino de Galtieri ante miles de personas que se encontraban en la Plaza de Mayo, la misma multitud y los mismos gritos que luego se escucharon para pedir que vuelva la democracia.

Malvinas es una herida que aun queda en la historia de la argentina, así como lo fue la desaparición forzada de personas, el robo de chicos, las deuda nunca aclarada, la desocupación y el regalar nuestros recursos para negocios de unos pocos.

La dictadura estaba en sus últimos momentos, cada vez era más difícil sostener la farsa de “argentinos derechos y humanos”. Las huellas del terrorismo de estado marcaban en las calles y se sentida que esos años de oscuridad llegaban a su última hora. Sin embargo, como última medida, y ante el colonización de Inglaterra (ocupadas por los británicos desde 1833, arreglo entre Rosas y las fuerzas británicas) la decisión es ir y dar batalla. ¿Qué batalla podía dar Argentina contra una potencia industrial y militar?. Las ordenes de un borrachos se escucharon en todos los medios, la gente salió a la calle a festejar que nuestras tropas iban a Malvinas y que ganaríamos, y así se encaminaban los soldados (o soldaditos, porque muchos tenían nuestra edad) con miedo, con orgullo por representarnos, pero a la vez distintos sentimientos de ir a un lugar desconocido. Uno cuando quiere escribir no quiere caer en la impotencia al disfraz que fue Malvinas, al silencio que hubo en esa época y sobre todo al falso patriotismo que aplicaba la dictadura. Mientras tanto, nuestros soldados, esos chicos, los chicos de la guerra iban y ponían el cuerpo. Aguantaban frío, hambre y la intolerancia de quienes daban ordenes desde lejos. Son los únicos que pueden contar lo que es sentir algo como propio, porque muchos ahí dejaron sus vida, sus esperanzas, y las islas dejaron en ellos marcas que hoy todavía no son recompensadas.

Hace poco hablando con un vecino comentó (y lo transcribo para ver las realidades paralelas que habían entre los que veían las noticias y quienes vivían Malvinas): “había echo la colimba, tenia 20 años me acuerdo, y estaba arriba del camión yendo para allá (refiriéndose a embarcar), y el teniente se acerco asustado y nos dijo, chicos no vayamos, escapemos porque lo están matando a todos, y le hice caso, me escape y me escondió por un tiempo porque tenia miedo, el teniente también lo tenia”. La mentira de los medios de que íbamos ganando mientras allá la historia era otra, y la escribían los que si en verdad ganaban.

Malvinas fue el último genocidio de los militares a los jóvenes que embarcaron a la isla, fue la corrupción, el abuso de autoridad, la mentira y la última estrategia para poder demorar lo anunciado, un pueblo que decía basta. Es como dice Galeano: La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña.

No se han hecho ni un tajito los generales y coroneles argentinos que habían prometido derramar hasta la última gota de sangre. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala.

No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados.

Luego volvió la democracia, y nuestos soldaditos, que perdieron, quedaron a un costado. Nadie los asistió, nadie les dio una mano. 600 jóvenes quedaron allá. Hoy todavía reclaman ser reconocidos, que se los respete como héroes y no como parías.

Las guerras son nada mas para ganar plata para unos pocos, para traer odio y lograr fomentar más la división entre las personas. Las guerras quieren marcamos falsas fronteras e imponen discursos para traer la soberanía y la paz. ¿Qué soberanía se puede conseguir con un pueblo engañado, y que paz se puedo lograr con muerte?. Además, mientras caemos en discursos de soberanía y territorio, las grandes empresas pelean (con diplomacia) por quines van a explotar las islas. Gran Bretaña que sigue siendo una potencia o Argentina, que en sí no es Argentina sino Repsol YPF que pertenece a España. Es paradójico.

Deténgannos hoy quiere recordar a lo olvidado de la historia, repudiar la mentira de esa época, y los falsos discursos sobre las islas australes. Las Malvinas son de aquellos que dieron su vida y dejaron sus sueños. Son de esos soldados NN que están allá, de los muchos que al volver no aguantaron el dolor y se suicidaron. Son de la humanidad, son de nuestros soldados, de esos pibes. Son de todos y no son de nadie, porque cuando hablamos de dominar caemos en estas guerras, y como vuelvo a repetir, ganan pocos (muy pocos, y mucho) y perdemos todos.

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